A year after my ICS placement with Progressio Nicaragua, I decided to return to the community of La Sabanita. It was very gratifying to meet again the people with whom I worked with, whom as usual received me with joy and enthusiasm. It was noticeable the friendliness and the smiles of the women who had received the veggie patches, and who recognised me when they saw me coming.
I visited some of the families with whom we worked with to monitor the veggie patches we constructed. I found that that the families have recycled the materials and now have started small business selling produce to boost the family income.
I first visited the house of Doña Camilia in search of a refreshing beverage made of cacao that I used to drink during my placement in between breaks. Doña Camilia recognised me straight away and invited me to sit in her house among the mango trees.
We started talking about her veggie patch and she mentioned that she had harvested tomato and that she still reuses the seedbeds of the peppers, mimbro, coriander, radish, and passion fruit that we set up in old tires, and that she then sells them and in this way makes extra income. Among laughs, she mentioned that the peppers did not manage to grow again but she has planted the ones she eats and has their seeds so she can continue planting them.
Two hundred meters away is the house of a former Progressio ICS volunteer. Their mother, Teresa Pavón, is also a beneficiary of our veggie patches and told me she had an excellent tomato harvest. She added that her tomatoes were very nice, and from them she managed to get the seeds and replant them, so to keep the harvest going. She also has several seedbeds that she uses to plant medicinal plants like rue, and then sells them. “I sell a pound of rue for 50 córdobas. Having the seedbeds on top of old tyres prevent animals from reaching them.”
Time passed between the visits and chats with the beneficiaries and the sun become unbearable. After midday the heat very much forms part of the landscape of this community. Approximately three kilometres from the centre of La Sabanita is the house of Señora Rosa García Ampie. I recall these streets, the ones we used to walk with our tools, under the sun and with a water bottle, almost reaching the tamarind trees. I remember the communal meals and so many other memories of this community, like when we used to eat and laugh at the jokes that the volunteers used to share.
Doña Rosa, like the other beneficiaries I met, mentioned that she had several harvests that in turn have complemented her food intake. She planted spearmint but it has suffered from insect plagues. I offered her some advice, to use an organic method to repel the plagues, of which she can easily find the raw materials to make it.
The last visit was to Señora Blanca Calero. She managed to harvest beetroot, and she said that she eats them in salads or boiled accompanied by soft cheese.
In search of friends
One of my friends is Don Victoriano, also a beneficiary. We couldn’t find him at home as he was working, but we managed to see his avocado and citrus fruit trees, which had been properly planted and within the correct distance of each other. In years to come, these trees will ensure plenty of fruit, which for sure Don Vitoriano will share with his neighbours with the love and solidarity that he is known for.
Without a doubt the visit to the community was a great success. It filled me with satisfaction to see that the veggie patches that we constructed last year have changed my life and those of the beneficiary families. They have contributed to boosting their diets, improving their health and their food security as a result of the produce harvested. There have also been economic benefits, as some women have focused on re-planting and selling the surplus produce from their harvests.
Written by ICS Alumni Griselda Joaquín (July – September 2015 cycle, Nicaragua)
A un año de mi voluntariado en La Sabanita
Al pasar un año de haber realizado el voluntariado con Progressio Nicaragua, en la comunidad La Sabanita me dispuse a regresar nuevamente, donde fue gratificante reencontrarme con las personas con las cuales trabajé, las que como de costumbre me recibieron con alegría y entusiasmo, fue notable la amabilidad y las sonrisas de las mujeres beneficiarias de huertos cuando me reconocían a lo lejos.
Visité algunas de las tantas casas en las cuales trabajamos huertos de patio, para realizar un monitoreo de los huertos ahí construidos, me encontré que las familias han reusado los materiales, y ahora poseen en sus hogares pequeños proyectos de cultivos que sirven de ingreso para la familia.
Primero visite la casa de Doña Camilia en busca de un refrescante fresco de cacao que acostumbraba tomar durante mi voluntariado en las horas de descanso, doña Camila con su entrañable vos, me reconoció de inmediato invitándome a sentarme dentro de su casa ubicada entre árboles de mango.
Empezó la plática acerca de su huerto y me comentó que tuvo cosechas de tomate y aún reutiliza las llantas para semilleros de chiltoma, mimbro, culantro, rábano, y granadilla, que luego trasplanta, para la comercialización y así obtiene un ingresito económico más, entre risas comentó que las chiltomas no lograron reproducirse, pero ella ha sembrado de las que consume y tiene semilleros de las mismas.
A doscientos metros en casa de un compañero ex voluntario de Progressio, cuya madre Teresa Pavón también es beneficiaria de huerto de patio, me comento que tuvo excelente cosecha de tomates, se refirió a decir que sus tomates eran bien hermosos, y ella sí logro sacar semilla para continuar reproduciendo y mantener el huerto en función, de igual manera tiene llantas las que utiliza para establecer plantas medicinales como ruda, y luego comercializa. “la Libra de ruda la vendo en cincuenta córdobas, las llantas me sirven de cerco para que no pasen los animales”
Se ha pasado el tiempo entre visitas y pláticas el sol ya se hace insoportable, casi medio día en esta comunidad en la que el calor es parte del paisaje, aproximadamente a 3 km de la zona centro de La Sabanita, está ubicada la casa de la Señora Rosa García Ampie, recuerdo estas calles cuando las caminábamos con herramientas, bajo el sol y mi botella de agua, casi llegando a los árboles de tamarindos, recuerdo las comidas grupales, tantos recuerdos de esta comunidad, cuando comíamos o nos reíamos de los chistes que contaban los voluntarios.
Doña Rosa, al igual que las demás beneficiarias comentó que obtuvo cosechas lo que aseguró el complemento para su alimentación, ella estableció hierba buena en las llantas la que está un poco afectada por insectos plagas, sin la menor duda me dispuse a brindarle una pequeña recomendación a base orgánica para repeler las plagas, la cual tiene la materia prima a su disposición.
La última casa visitada fue la de la señora Blanca Calero, ella logró cosechar remolachas y comentó con gran confianza que las elaboraba en ensalada y las ingería cocidas acompañadas con cuajada.
En busca de los amigos
Un amigo beneficiario es Don Victoriano a quien no logramos encontrar en casa, pues estaba trabajando, pero miramos sus árboles de aguacate y cítricos bien sembrados a la distancia debida, lo que garantizará en años venideros frutas que sin duda alguna Don Vitoriano compartirá con sus vecinos con el amor y la solidaridad que le caracteriza.
Sin duda alguna la visita a la comunidad fue todo un éxito, porque me lleno de satisfacción que la elaboración de los huertos de patios marco la diferencia en mi vida y la de las familias beneficiarias, contribuyendo tanto en la parte alimenticia brindando un poco de salud y la seguridad alimentaria por los productos obtenidos de las cosechas, así como la parte económica ya que algunas mujeres han dedicado a reproducir y comercializar los productos obtenidos como excedente de sus cosechas.
Escrito por la Alumni de ICS Griselda Joaquín (ciclo julio - septiembre 2015, Nicaragua)