De izquierda a derecha Sandra Mendoza del Colegio 10 de agosto, Washinton Macias Consejero del Centro de Apoyo y Consejeria, Cooperante Leticia Carrillo, Carlos Villavicencio del Colegio 10 de agosto y Celia Bustamante del Colegio Dr. Antonio Andrade.
Leticia es una cooperante salvadoreña, quien recién terminó su convenio trabajando como cooperante especialista en estrategias de sensibilización, prevención y capacitación en VIH y SIDA con jóvenes, con el Centro de Apoyo y Consejería en VIH/SIDA, en Vinces, Los Ríos, Ecuador.
¿Cuál es tu formación/ experiencia de trabajo?
Estudié Artes Plásticas, principalmente mi formación humanística predomino para trabajar en organizaciones no gubernamentales, las que partiendo del abordaje cultural impulsaban proyectos para jóvenes.
Desde el 2004 he trabajado con grupos de jóvenes en diferentes zonas de mi país, promoviendo propuestas para mejorar sus condiciones de vida y aspiraciones de futuro.
¿Cómo te describes?
Soy idealista, sensible y natural, fácil de adaptarse a los contextos. Con la fiel convicción que todos y todas tenemos una misión en este mundo, dejar una huella.
¿Que te animó/ inspiró a postularte como Cooperante para Progressio?
Vi una oportunidad de contribuir con mi experiencia en otro país, bajo una organización con líneas claras de acción. En América Latina muchos países tenemos problemas similares, la aspiración de una nueva experiencia, conocer jóvenes que tienen las mismas inquietudes pero en condiciones diferentes.
¿Vivir en el país de tu convenio es como esperaste/ imaginaste?
Imagine el clima cálido por ser Vinces de una provincia costera, pero no imagine a su gente tan acogedora, fue como llegar a una extensión de mi propio país. Nunca me sentí extraña. Sin embargo me impactó tanto ruido, es una ciudad muy ruidosa. Me cuesta trabajo comprender que toman por pasatiempo las motocicletas y como el transporte interno es mototaxis no hay manera de conseguir silencio.
¿Qué disfrutas/ te gusta más de tu rol?
La espontaneidad con que los chicos y las chicas quieren despejar sus dudas en todo lo relacionado a su salud sexual y reproductiva y al VIH y SIDA. La confianza que me dan al compartirme sus historias. Saber que mi opinión o mi sugerencia según mi experiencia de vida les generan interés porque creen que jóvenes de otros países no tienen los mismos problemas.
¿Cuál ha sido el momento más emocionante hasta ahora?
Cuando una joven líder dominó un grupo de 45 estudiantes, desde el momento que se presento diciendo: “soy una joven líder del Centro de Apoyo y Consejería, estudio 4º curso acá y les hablaré sobre lo que he aprendido de VIH” hasta el final que mereció el aplauso de todo el curso. Eso es gratificante, mirarles dar una charla con soltura y asertividad en lo que dicen.
¿Y la lección más importante?
Todas y todos los jóvenes merecen una oportunidad. No es el chico o la chica que mejores notas lleva, el que merece ser parte del grupo de líderes. Chicos con fama de inquietos nos han demostrado la capacidad que desarrollan cuando se les guía y orienta, mejoran actitudes y ahora se muestran orgullosos de sus logros.
¿Cuál es el reto más grande que se presenta en el sector/área temática en la que trabajas dentro del país donde estas trabajando?
Ecuador tiene un gran camino que recorrer en respuesta a la pandemia del VIH, falta control en los recursos financieros por parte del Estado para la respuesta nacional frente al SIDA, no se visualiza una coordinación interinstitucional que permita un mayor impacto y responsabilidad gradual en los colectivos más vulnerables.
Desafortunadamente, la ausencia de una política de Estado, de una visión de horizontalidad, y un modelo de participación, no contribuyen al avance de sensibilización, información y atención a la población que realmente lo necesita. En tanto, las estadísticas de incidencia de personas quienes mueren de enfermedades relacionados con el virus, sigue creciendo.
¿Si pudieras cambiar algo, que sería?
En lo personal, ver con más frecuencia a mi familia y mis amigas.
En este contexto social, tener instituciones sin corrupción, que brinden la atención en salud que merecen y a la que tienen derecho todos los/as ecuatorianos/as.
¿Que te impacta más sobre el modelo de Cooperante de Progressio?
La autonomía con que cada cooperante realiza el trabajo. No busca protagonismo individual. Hay libertad de propuestas. Me parece que en general todas las contrapartes se quedan satisfechas de las intervenciones. He vivido una relación Progressio-Centro de Apoyo y Consejería muy cordial.
¿Cuál es tu lema o refrán favorito?
“Es mejor encender una vela que maldecir de la oscuridad”. Ofrecer propuestas o buscar soluciones antes que lamentarse. Con las personas que viven con VIH o SIDA, comprendí con más energía esta frase.
¿Qué consejo daría a alguien que esta pensado en postularse como Cooperante?
Que se debe equilibrar las expectativas que construimos con la realidad que encontramos. Poseer mucha apertura y disponibilidad de insertarse en culturas que no nos pertenecen, pero nos enriquecen si somos abiertos y condescendientes. El acercamiento sincero a los y las beneficiarios marca pautas que no están escritas en el proyecto, pero hacen ligero y llevadero el trabajo.
¿Dónde te imaginas que vas a estar cuando se termine tu convenio de Cooperante? ¿Y en qué maneras éste convenio de Progressio te ayudará?
Me interesa Ecuador, si encuentro una oportunidad me quedo, sino vuelvo a El Salvador mi país, a trabajar siempre con organizaciones de desarrollo. Voy con más ilusiones e interés de trabajar en prevención del VIH y SIDA. El rol de la Iglesia católica en la crisis del VIH y SIDA me mostró nuevas perspectivas de vida.
¿Hay algo más que te gustaría añadir?
La cooperación es una oportunidad de vida, que permite canalizar lo que como hombres y mujeres podemos hacer por otros hombres y mujeres. La compasión cristiana cruza barreras en la sociedad y se identifica con todos/as los/as que son estigmatizados/as, excluidos/as u oprimidos/as, y los abraza.